The Strongest (2) vs. Nacional Potosí (1)
No recuerdo al último DT que haya generado tanta antipatía entre la hinchada como este Daniel Farías.

Soria era un peleón, Villegas tardaba demasiado en hacer los cambios, Craviotto tenía un ahijado que nos arruinaba los partidos, Caballero se rayó feo muchos partidos, Farías era un cabezón..., pero todos tenían en claro algo y era que el Tigre es un equipo grande.

Daniel habla hoy de que "hay que saber sufrir", y esa frase tendría sentido si el Tigre fuera un equipo de media tabla para abajo como Nacional que es el colero del torneo con 8 puntos en 14 partidos, y que a pesar de tener el peor rendimiento de nuestra ya mediocre Liga, nos tuvo contra las cuerdas en nuestro propio reducto (también Blooming lo hizo).

Valdría esa frase ante equipos de jerarquía como River, São Paulo, Ínter..., pero no contra Nacional Potosí!!!
De verdad la institución deportiva más grande de Bolivia merece esta mediocridad?.

Otra vez dos genialidades de nuestros jugadores le salvaron la cabeza a un DT que está teniendo demasiado premio para lo que está haciendo.

Dos potentes disparos de Castro nos dieron una victoria sufrida frente a un plantel que todo el mundo ha goleado ida y vuelta, y que a nosotros se dieron hasta el lujo de empatarnos en cierto momento.

Uno de esos disparos choca en el travesaño y en el rebote se produce el tan esperado gol de Chumacero que se reencuentra con las redes después de tanto tiempo.

Hubieron más tiros a los postes y un par mano a mano del Capitán que milagrosamente no entraron, pero fueron jugadas realmente aisladas en un partido que mostró nuevamente poco juego, poca elaboración y nada de estrategia.

Disparos de larga distancia y pelotazos... eso nos sirvió para ganarle a equipos que tampoco demostraron nada, pero en cuanto enfrentemos a equipos medianamente bien plantados como Bolívar, Oriente o el mismo Wilstermann, no nos van a servir de nada, pues no siempre las individualidades nos van a salvar el día.

Y viendo ese panorama, de nada sirve ganar teniendo en cuenta que este tipo de juego no nos servirá en la Copa Libertadores donde equipos realmente poderosos en todos los sectores de la cancha nos harán pedazos si demostramos el juego de estos partidos.

Lo peor es que contamos con la mejor camada de jugadores del país, a los que vimos cómo pudieron (y pueden) vencer a los mejores equipos de América, pero que a duras penas el día de ayer pudieron vencer a Nacional Potosí.

Temo que el talento de estos hombres se desperdicie otro año más si la dirigencia sigue insistiendo con un cuerpo técnico que está miles de veces por debajo de la jerarquía de los jugadores y de la institución que pretende dirigir (si se puede llamar dirigir a lo que hace Farías).

Ganamos sí, pero si no nos importa perder cuando dejamos el alma en la cancha, tampoco nos importa ganar si jugamos tan tristemente como ayer.

Hasta pena da ganar si eso significa mantener por más tiempo el juego mediocre. Así no vale la pena ganar nada, es como engañarnos a nosotros mismos y el reencuentro con la realidad será terrible si seguimos así.

El Tigre tiene tres graves problemas futbolísticos (¿o son más?): el equipo ha perdido identidad pues el plantel está aburguesado y en un evidente fin de ciclo; el entrenador no da la talla (experimenta, toca teclas y en los cambios se equivoca groseramente); y la falta de refuerzos de jerarquía ha provocado desidia y bajos rendimientos individuales y colectivos. Desde la recta de general, ya en la primera parte, bajo un grito desesperado que se escuchó incluso en la preferencia en una cancha semivacía: “¡jueguen!”. En eso se traducen esos tres reiterados hándicaps: falta de fútbol (y de actitud, que es lo más grave).

The Strongest terminó el partido metido debajo del arco, pidiendo la hora (Farías Junior miraba y miraba el reloj), resignando el tercer gol para asegurar la estrecha victoria frente al colero del torneo, un digno y batallador Nacional Potosí. Descrito este panorama desolador habría que añadir que el gualdinegro, misteriosa y mágicamente, está en la segunda tabla de un torneo devaluado y en curva descendente.

The Strongest arrancó el “match” con el mismo dibujo de Warnes con Moreira en la línea de cuatro medios y Ramallo haciendo pareja arriba con un Escobar que falló toda la tarde cara al arco, un capitán que no está para los 90 minutos. Por obra y gracia del señor Daniel Farías, el Tigre finalizó patéticamente el encuentro sin delanteros, como equipo chico y con un tremendo enojo de la hinchada. Y no es la primera vez: ¿dónde quedaron esos finales explosivos de infarto con el “eleven” atacando y el puñal entre los dientes?

¿Cómo se puede explicar el cambio de Ramallo por un jugador en crisis como Ballivián? Y peor: ¿quién entendió el cambio de Castro –el mejor hombre sobre la cancha y autor del gol inicial- por Wayar, bajoneado por el propio entrenador y otrora el cinco de la selección boliviana? Los que no vieron con buenos ojos las críticas de inicio hacia el hermano menor de los Farías hoy son los que más alto elevan la voz pidiendo la cabeza del entrenador.

No hacía falta dar tiempo al tiempo, señores y señoras.

El Tigre continúa en la lucha

The Strongest sufre para escalar al segundo lugar

Farías dice : “Hay que saber sufrir”

Stronguista, levanta tu corazón !!!

Para destacar....; Hoy domingo 5 de noviembre, se jugará la final Sub 15 de la A.F.L.P.; cotejo en el que deberán enfrentarse The Strongest vs. I.C.C.; ambos equipos pertenecientes a nuestras escuelas de fútbol; lance a disputarse en el Complejo de Calacoto (calle 25) a partir del mediodía; están invitados!
NUESTRAS FELICITACIONES A LOS PROFESORES Y PADRES DE FAMILIA!!

Había que ganar como sea, y realmente se ganó como sea. Se defendió como sea, la zona de volantes se movió como sea y se atacó como sea.

Lo bueno es seguir prendido al lote de punta, con oportunidades de alcanzarlos y arrebatarles de nuevo el título, la copa y la navidad. Lo bueno es que hay jugadores que responden, que Chumacero va encontrándose de a poco con su juego (hoy se mandó un par de jugadas bellísimas), que Pablo sigue siendo ese crac de gran clase, que la toca, que la juega, que la piensa con maestría, que Martelli, pese a un par de errores lógicos en un partido en el que el rival se te viene encima, es sólido y sale bastante bien, que los Bejarano son dueños de sus laterales, que Castro tiene un pie fantástico, y en fin, de que hay jugadores.

Lo malo es que no tenemos ni la más peregrina idea de juego colectivo. Que dominando todo el primer tiempo nos conformamos con un gol, y no lastimamos, que el equipo ha perdido funcionamiento y no tiene ideas colectivas, en fin, que no vamos a ningún lado.

Lo malo es que nuestro técnico no tiene respuestas, y que cuando las cosas se ponen difíciles, es mejor buscar inspiración en otro lado porque el menor de los Farías pierde del todo los papeles.

Lo malo es que jugadores como Ramallo, piden y piden oportunidades para tirarlas sistemáticamente, que Henry Vaca ha pedido mucho de su alegría de jugar y no es ni la sombra del jugador que nos deslumbró a todos (puede ser por falta de minutos, por no tener la confianza del técnico, o por no tener disciplina).

Lo malo es que no salimos claro, que se cambian jugadores sin un plan aparente (digo sin plan aparente, pues quien sabe si hay un plan y soy incapaz de verlo). ¿A quién vamos a sorprender con esos cambios si no a nosotros mismos? Nacional Potosí vino a jugar y lo hizo muy bien, dominó el segundo tiempo y si no empató es porque Alpire llegó una fracción de segundo tarde.

Lo malo es que molesta ver que, habiendo jugadores, muchos de ellos jugando bien, se juega colectivamente mal.

Y lo feo es que salga el técnico a decir que “hay que saber sufrir”, a los stronguistas que hemos vivido siempre sufriendo, que no nos importa empujar desde las gradas, es nuestra forma de vivir, pero que queremos que nuestro equipo juegue, no que defienda un solo gol frente al colero y de local. No que pidamos hora.

Lo feo es ganar así, como sea. Realmente como sea.

En mi vida he escuchado y hasta dicho esa famosa frase: “hay que ganar como sea”. Hoy he aprendido algo. No me gusta ganar como sea, no se puede ganar como sea, porque eso significa jugar como sea.

El equipo sigue pareciendo un grupo de amigos que se juntan diez minutos antes del partido, calientan y juegan.
Gracias a Dios tenemos grandes jugadores y así mismo logramos victorias. Pero somos un equipo profesional de fútbol, y debemos hacer mucho más.

Para mi es una falta de respeto a los jugadores de jerarquía que tenemos, a los jugadores internacionales que tenemos, a los jugadores de selección que tenemos, el ponerles el técnico que les hemos puesto.

Eso si, si se cambia debe ser para crecer. Para desarrollar un proyecto que nos permita jugar la Libertadores con chance de hacer un buen papel, un buen torneo. Si cambiamos a Farías por un Tribilín cualquiera, mejor nos quedamos con el que todavía tenemos que, al menos, tiene buena relación con los jugadores y no los ha deshecho en la parte física.

Son cinco títulos que Daniel Vaca ha obtenido con nuestra divisa (incluyendo el legendario tricampeonato), títulos en los cuales ha sido titular indiscutible. Particularmente, en el segundo campeonato del tri, en el partido jugado ante San José en Oruro (en esa jornada donde Baisa armó su tarima y preparó el festejo por adelantado), Daniel fue una muralla humana que quedó para la historia. No por nada en 2016 superó el record de Aragón, alcanzando 737 minutos de valla invicta, derribando incluso al del paraguayo Gariazú, establecido desde 1989.

Tuvo una excelente actuación en el Campín frente a Santa Fe, asegurando el 1 a 1 que nos permitía medirnos con Lanús en octavos de final de esta Copa Libertadores y el 18 de mayo de este mismo año marcó un hito personal para Daniel: se convirtió en el portero que más veces defendió nuestro arco en Libertadores, prevaleciendo por encima del mítico Luis Galarza.

Es el segundo capitán luego de Pablo Escóbar, y en la era Villegas era el encargado de darle una visión espiritual al plantel antes de los partidos. Su trayectoria empezó quizá a formarse en Sucre en 2011, cuando en la final de vuelta ante Universitario, Vaca fue determinante para que el Tigre lograse el empate que le valía un título. En el partido de vuelta en Santa Cruz ante Oriente Petrolero por la semifinal de dicho torneo, su arco fue infranqueable de igual forma.

Lo cierto es que ha sido uno de los más grandes protagonistas de nuestro plantel en los últimos años y también del futbol nacional. Su continuidad y rendimiento no han sido reconocidos adecuadamente por la selección nacional que le debe muchos partidos como titular. Dejando su vida en manos de Dios, deja su vida por nuestro arco que lo tiene como a una de sus leyendas no solamente por sus estadísticas sino también por su temperamento: es el líder de nuestra defensa y está a la altura de Arraya por lo que significa para The Strongest.

La afición no puede imaginarse el arco sin él y será muy complicado reemplazarlo cuando decida que nos ayudará como hincha, ya no como arquero.

En el último campeonato que ganamos, aquel clásico de navidad, Vaca ganó dos mano a manos contra Callejón y Cardozo. Ex vendedor de periódicos y cuidador de autos (incluyendo reconocimiento por sus notas en primaria), todos los estronguistas esperamos que no se canse de levantar trofeos y sea el portero titular de nuestra formación en cuartos de final de la Copa Libertadores. Vaca encontró la vida en el Tigre. Sus anteriores clubes (Destroyers, Wilstermann o San José, ni siquiera Blooming) juntos todos no pueden darle ni la gloria ni las posibilidades ni los títulos que nosotros sí pudimos. En el clásico del Milenio, el argentino Geloz fue una de las figuras; su compatriota, Ibarra, lo fue en el título de 1993; y ante los proyectos irresolutos de Luis Galarza sobrino, Berdugo o Sahonero, incluyendo al impaciente Arias, ya era tiempo de que tengamos un portero de garantías, con mentalidad ganadora, boliviano, ordenado en su vida privada y líder positivo. Daniel Vaca es la encarnación de la garra bajo los tres palos.

Sin palabras...